CONSUMO RESPONSABLE

Hace unas semanas mi hermana me escribió para contarme que su profesora de yoga había visto una de mis ilustraciones en una tienda online china en diferentes tamaños a elegir y a un precio irrisorio. Hoy te quiero hablar de nuestra responsabilidad como consumidores.

En los años 80 Amancio Ortega inventa un tipo de negocio textil basado en plagiar diseños (reduciendo así gran parte del tiempo y el esfuerzo de la parte creativa), producir con materiales muy baratos en países donde los derechos laborables brillan por su ausencia, (con sueldos míseros y condiciones de trabajo de esclavitud) y generar un volumen de contaminación y maltrato de los recursos naturales que no hay planeta que soporte.

Este modelo es copiado por prácticamente toda la industria textil y acaba dominando el mundo y exportándose a otros muchos sectores más alla del textil. Se llega al extremo de que en internet hay cientos de tiendas que venden productos de diseños robados con fotos robadas, que campan a sus anchas y, lo que es más grave, hay personas que compran en estas tiendas.

¿Qué es un consumo responsable? ¿Cómo ejercerlo? Para empezar posiblemente debamos reducir la cantidad de cosas que consumimos y realmente no necesitamos, y eso nos llevará a ser más conscientes de por qué compramos algo. Muchas veces no es más que un intento por acallar emociones que no queremos asumir que sentimos (tristeza, enfado, soledad, ansiedad); pensamos que no las debemos sentir y las tapamos buscando ese placer efímero que nos da comprarnos algo.

Pero si hacemos el ejercicio de preguntarnos si realmente necesitamos ese objeto; de preguntarnos si tenemos algo similar que cubra las mismas necesidades; de preguntarnos si podemos prescidir de ello, veremos que reducimos considerablemente nuestras compras, lo cual ya es un gran paso hacia un consumo más responsable.

Una vez reducida la cantidad de consumo, observemos aquello que sí necesitamos consumir. Y aquí la atención hay que ponerla en varias áreas: la procedencia, los materiales, el testeo en animales, el proceso de producción, las condiciones laborales y el impacto medioambiental tanto en la producción como en la distribución (o sea, cuanto más local mejor, cuanto más ecológico mejor, cuanto más ética mejor y cuanto más sostenible mejor).

Cada vez que compramos algo estamos decidiendo sobre el planeta en el que queremos vivir, los derechos de los trabajadores, el cuidado de los animales y el del medio ambiente.

Cada vez que gastamos dinero en alguna empresa apoyamos las políticas de esa empresa. Esto parece muy obvio pero casi siempre delegamos la responsabilidad en el estado y pensamos que con votar cada cuatro años los políticos harán su parte. Nos vemos con derecho a criticar cuando nos parece que lo hacen mal sin observar nuestra parte de responsabilidad y cómo la ejercemos cada día.

Se acercan fechas de mucha tradición consumista y es el momento ideal para parar, observar y cambiar la forma de actuar hacia una más responsable, coherente y eficiente. Tenemos mucho poder como consumidores, podemos cambiar el mundo en el que vivimos. Tenemos el poder de que las empresas actuen más acorde a nuestros valores y en cada acto de consumo debemos ejercer ese poder con responsabilidad.

Por cierto, si compras en mi tienda también espero que sea después de reflexionarlo mucho; yo intento ser responsable con los materiales que uso y con cada compra envio ideas para reciclar el packaging de mis ilustraciones.

Gracias por leerme.

Amanda

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